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Ser scout no es ir a los campamentos, disfrutar y volver a la rutina, es seguir los valores y enseñanzas que te inculcan desde que eres pequeño. Yo, como scout desde los 8 años, he podido vivir este modelo de enseñanza en todas sus etapas con sus tiempos, y creo que lo que soy hoy en día ha sido gracias a esto.
Como dice la frase “scout un día, scout toda la vida”, pues lo que busca el modelo scout es que los chavales lleven a su día a día lo aprendido en scouts; el separarnos por seisenas es enseñarles a jugar en equipo, hacer la promesa es comprometerse con aquello en lo que fallan, las pistas es ayudar a que se organicen y que desarrollen su creatividad… A fin y al cabo aprender jugando es aprender el doble, y creo que los que a día de hoy tienen 8, 10 o incluso 14 años no son conscientes del desarrollo y los valores que le aportan un movimiento tan bonito como el escultismo.
Yo llegué al grupo Scout Santa Engracia en primero de lobatos, crecí como persona y con Dios, cuando llegué conocí a grandísimas personas, algunas de ellas se fueron y otras llegaron, pero creo que gracias al escultismo y su modelo de enseñanza tenemos una formación increíble en aspectos realmente importantes para la vida como el trabajo en equipo, expresarse en público, la organización, el esfuerzo, el liderazgo, el compañerismo, la toma de decisiones… Y creo que lo más importante es mostrarle al resto lo que aprendemos, llevarlo al colegio, a la familia, que lo que aprendamos no se quede en scouts, que la buena acción y los valores no se queden en los findes de salidas o en los campamentos.
Porque lo más importante es saber que, “scout un día, scout toda la vida”.
Kaa
